En los últimos años, muchas propuestas de formación y acompañamiento para mujeres se centraron en la noción de creencias limitantes: la idea de que los obstáculos para avanzar provienen de pensamientos o percepciones personales que restringen el propio potencial.
Aunque este enfoque busca promover la autoconfianza, traslada la responsabilidad del cambio a la esfera individual, invisibilizando las desigualdades estructurales que condicionan la vida de las mujeres.
Del plano individual a la comprensión estructural
El discurso sobre las “creencias limitantes” parte de una premisa errónea: que cada mujer puede —y debe— modificar su mentalidad para alcanzar sus metas.
Desde una perspectiva de género, esta mirada resulta reduccionista. Las trayectorias personales no se desarrollan en el vacío, sino en contextos atravesados por desigualdades históricas, culturales y económicas.
Por eso, en lugar de hablar de limitaciones mentales, es necesario hablar de condiciones desiguales de partida: brechas materiales y simbólicas que inciden en el acceso a la formación, el reconocimiento profesional, la participación en la toma de decisiones y la posibilidad real de ejercer liderazgo.
Desigualdades que se sostienen en el tiempo
Estas condiciones no son producto de percepciones subjetivas, sino de estructuras persistentes: distribución desigual del trabajo de cuidados, sesgos en la evaluación de capacidades, culturas organizacionales masculinizadas y falta de redes de acompañamiento que promuevan la igualdad real.
Cuando estos fenómenos se interpretan como “falta de confianza” o “bloqueos personales”, se oculta el hecho de que muchas mujeres enfrentan entornos que históricamente han deslegitimado su voz o minimizado su autoridad.
El problema no está en la mentalidad individual, sino en un sistema que continúa reproduciendo desigualdades en su forma de valorar, escuchar y distribuir el poder.
Fortalecer no es reprogramar: es transformar
Desde Retia Consultora, creemos que fortalecer los liderazgos de mujeres no implica “reprogramar” creencias, sino crear condiciones que habiliten el desarrollo en igualdad de oportunidades.
Los procesos de formación y acompañamiento se conciben como espacios colectivos de transformación, donde las herramientas para comunicar, delegar, negociar o gestionar se ponen al servicio de una cultura organizacional más justa e inclusiva.
El desafío no está en cambiar la mente de las mujeres, sino en transformar los entornos donde se despliegan sus capacidades.
Trabajar sobre las condiciones desiguales de partida es una apuesta política y pedagógica: construir liderazgo desde la conciencia de las estructuras que lo condicionan.
En Retia Consultora trabajamos para fortalecer los liderazgos de mujeres desde una mirada estructural y con perspectiva de género.
Porque no se trata de pensar distinto, sino de cambiar las condiciones de posibilidad para que todas puedan desarrollarse, decidir y liderar en igualdad.
